miércoles, 29 de mayo de 2013

A Tyler Perry


Por lo que ha percibido y ha sabido reflejar, por la intensa sensibilidad que desprenden sus obras. 

Hace unos días descubrí a este polifacético artista a través de una película dirigida e interpretada por él cuyo título era ya esperanzador, Buenas acciones. El filme que había sido arrinconado en el género de romance por un renombrado videoclub virtual americano resultó ser algo diferente. La obra, sí, mostraba una trama amorosa pero había más. En torno al protagonista, se podían observar diferentes tipos de mujeres, con problemas reales, preocupaciones no comerciales en el mundo del cine, no estaban alteradas, simplemente sobrevivían en un mundo injusto, en el que es difícil triunfar, siendo mujer, siendo madre, siendo de color.
Del mismo modo, por lo que he ido comprobando, las obras que ha producido muestran una constante, plasmar las dificultades a las que plantamos cara las mujeres día a día: embarazo y aborto, decisiones; maltrato y maternidad, dolor; violación y desconfianza, miedo; enfermedades y sexo, contagio; esterilidad, frustración; abandono, soledad; abusos sexuales, recuerdo... Todas ellas deseando amar y ser amadas, dentro de una sociedad que las obliga a ser competentes y bellas, sin margen de error.
Y para terminar, vuelve a mi cabeza la pregunta que ayer me hizo mi hermana, compañera cinéfila infatigable ¿Tú crees que los hombres tienen estos problemas?

domingo, 26 de mayo de 2013

Superación


Hablamos de una superación de fronteras, de lengua, de cultura, de actitud. La mente es capaz de cualquier cosa, se adapta poco a poco y a la vez de modo fugaz a las circunstancias. Asume los inconvenientes y exprime las oportunidades, conoce al mismo tiempo que es consciente de que lo ignoraba. Cambia, se atreve y vive.
Me encuentro lejos de todo aquello que es familiar, en un entorno con una mentalidad diferente, una lengua distinta a mi nativa, rostros desconocidos, paisajes urbanos y cuadros de costumbres que para mí tenían una existencia limitada a lo cinematográfico. 
En el comienzo te dispones a subir una cuesta, de lo que tu piensas que son dificultades. Frustración, miedo, vergüenza, nostalgia, sentimientos que te abordan, te refugias, crees que tienes el derecho de sentirte así, nadie puede obligarte, puedes dejar pasar el tiempo, sí, de este modo, no tiene por qué cambiar nada, tú mente está cerrada, no necesita más, está completa y formada. 
Sin percibirlo y percibiendo, conoces, recuerdas, tu mente no está completa. Por los ojos observas y recuerdas cada edificio, cada calle, cada animal, cada persona, cada costumbre, cada detalle anodino; la nariz huele y recuerda ambientes, situaciones, personas; los poros de tu piel tocan y recuerdan el aire gélido, las calefacciones, el contacto de texturas, abrigos de grosor indescriptible, personas; la boca prueba y recuerda sabores; los oídos escuchan y recuerdan sirenas, faunas salvajes y domésticas. Y un sexto sentido te revela que eres capaz, que merece la pena recordar y aprender, vivir y crecer. Rodeada de personas que han podido y que te dan fuerzas, personas que se encuentran en tu situación  y comparten sus sentimientos, personas que te esperan y te llenan de coraje para seguir, personas que permanecen al margen ajenas, parte del decorado que no sería el mismo sin ellas. Todo ello pasa a ser indeleble y al fin sientes que la cuesta está a tu espalda, has llegado a cruzar la línea. Coraje, orgullo, agradecimiento, valía, madurez y aprendizaje. 

viernes, 17 de mayo de 2013

Una España ejemplar


Hace dos días leí la noticia de que el mejor físico de Europa no ha sido reconocido en su nativa patria española. Este lamentable suceso me llevó a pensar en la analogía que presenté a mis alumnos hace un par de años. Explicaba, como es ampliamente aceptado, que el Barroco se desarrolló en una época de crisis durante la cual el Imperio español cayó en terrible desgracia, mientras los intelectuales españoles, iluminados por su ingenio y profunda desolación por su amada nación, alcanzaban punto excelso en la expresión de los vicios sociales de aquella España. Atrevidamente, o eso pensé en aquel entonces, les invité a comparar dicha época con su contemporánea. Parece ser que estos jóvenes no tendrán que imaginarse qué es estar en crisis, ni los sentimientos de inestabilidad, inquietud y desolación que provoca. En aquella época, también se procedió a la expulsión de los moriscos que bien podrían nuestros inmigrantes, totalmente desprotegidos por la sanidad del Estado, abandonados a su suerte para que vayan desapareciendo. El periodo también presentó una gestión económica lastimosa, pues todas las riquezas amerindias se invirtieron en guerras, que bien podrían ser también estos bancos que el gobierno está intentando salvar mientras siguen sangrando al personal menos afortunado que se embarcó en el lance de las hipotecas. Luego podemos añadir la apariencia recargada y la ostentación de la realeza que también nos podría recordar a los lujos que se permiten nuestros gobernantes con el dinero público, no privándose de festines, carruajes, digo vehículos de primera gama, etc. A su misma vez, el clero aumentó, ya se sabe que la Iglesia tiene que estar presente para ampararnos en los momentos difíciles, qué sería de nosotros sin la inspiradora ideología del obispo Rouco y sus camaradas que tanto están haciendo por detener esta situación y ayudar a los desalojados, por poner un ejemplo. A todo ello podemos añadir que se fue forjando una ideología, que el trabajo no tenía valor y de ahí el desarrollo de dos tipos que seguramente hayan estudiado mis lectores en sus años mozos, el hidalgo ocioso y el pícaro. No tengo muy claro quién encarna estos papeles hoy en día, pero así nos encontramos los españoles vagando por el mundo, porque somos aventureros, en busca de un amo al que servir para poder vivir de algo.
Quizás deberíamos hacer como el licenciado Vidriera, personaje cervantino embrujado, que sentenciaba a todos los miembros de la sociedad, y sin que sorprenda, aunque públicamente loco, desprendía lucidez, destapando la necedad humana.

viernes, 10 de mayo de 2013

De mujeres


Prueba de indiscutible valentía y fortaleza, la joven afgana declara "¡no tendré miedo nunca más!". Sí, una mujer, sometida al abuso de los hombres cegados por el poder jerárquico que les otorga una religión, una cultura y unas creencias inmundas.
Durante toda la historia, nosotras las mujeres hemos sido denigradas, connotadas como el sexo débil y, al mismo tiempo, manipulador de poderes tenebrosos sobre los hombres. Aquellos mismos seres femeninos de la literatura medieval que provocaban la risa del vulgo. Así, por ejemplo, encontramos necias ingenuas, astutas cónyuges desleales que engañan al honesto hombre para impedir su castigo. Deberíamos recordar el terrible cuento moralista del Conde Lucanor en el que un hombre contrae matrimonio con una mujer brava y se ve abocado a actuar de manera brutal con ella, para someterla, para no solo reducirla sino anularla.
Historias que se asemejan tan peligrosa y desgraciadamente a las de hoy, como la de Aesha, que como quiso huir de su abusivo marido sufrió un terrible y trágico castigo.

miércoles, 8 de mayo de 2013

La intrépida castor


Érase una vez una intrépida castor. Lola, que así era su nombre, vivía en un riachuelo del parque de Calgary, una hermosa y gélida ciudad en el oeste de la inmensa Canadá. Todas las noches la pequeña pero fuerte castor se encargaba de cuidar de su madriguera que ella misma había construido, tronco a tronco, palo a palo, ramita a ramita con sus patitas y sus poderosos dientes que eran capaces de talar el tronco más grande del parque. Toda esta prolija cantidad de madera la conseguía reunir a lo largo del año, justo antes de la estación más fría. Con ayuda del fango del fondo de su riachuelo lo dejaba todo bien dispuesto  para que con el paso de la primera helada su hogar cobrara tal fortaleza, tal dureza y resistencia como la de una roca.
Lola tenía muchos amigos, castores y sus familias, vecinos muy amistosos, patos salvajes del río, siempre de paso con prisa y muy ruidosos y las ardillas saltarinas que se conocían hasta el último jardín de la ciudad.
Una noche, cuando Lola estaba relajada en su madriguera, oyó unos ruidos que provenían del exterior. Rápidamente, salió para dar la señal de alarma a sus vecinos, pues creía que un lobo o algún humano merodeaba por el lugar. Cuando fue a golpear enérgicamente el agua de la corriente con su gran cola, vio un hermoso castor cuya patita estaba atascada en una raíz que emergía del arroyo.
El castor atrapado en la maleza del riachuelo se llamaba Pepe y, a pesar de que estaba en una peligrosa coyuntura, el pequeño castor mantuvo la calma y fue encantador con nuestra amiga Lola. Juntos comenzaron a roer la inconveniente raíz hasta que al fin lo consiguieron y Pepe quedó libre.
A partir de este agitado encuentro, la pareja de castores se hizo inseparable y nadaban juntos cada atardecer, observando de manera discreta todo lo que acontecía en torno a su arroyo.

viernes, 3 de mayo de 2013

Calgary


Casas de madera remachadas, repintadas, abultadas, ventanas extensas, calles amplias, coches mayúsculos, rascacielos infinitos, restaurantes excesivos en todo, diversidad explosiva, contagiosa, solemnes comercios, moles urbanas, entorno gélido, personas del mundo, cercanas, distantes, ajenas al frío, de rutina imperturbable... En Calgary todo sigue, continúa, de manera fluida, trabajo que desborda, con traje de cambio, mucho cuidado, mente y cuerpo, bolsa para el gimnasio, maletín o bolso de moda sin fondo, coche propio, con parking propio, formación impecable, propia, privada. Preparados con su aparato en la mano, avanzan, muy civilizados, muy orgullosos, ocio de pago, beben cerveza importada, cóctel de cata, en la terraza, por supuesto, siempre que se pueda, cuando el termómetro no se congele, mayestáticos escuchan los últimos éxitos, los ritmos electrónicos más alternativos, clásicos que habitan sus cabezas, no se mueven solo hablan y gesticulan, porque ellos están bien y todo es genial, extraordinario, fine, thanks and you? AWESOME!